POETA DE UTILIDAD PUBLICA

1.

La poesía te escoge, no la escoges.

Te acoge, como un tibio vientre de mujer
en el centro del amor.
Todo lo da en el acto de saber
que todo le debe ser quitado.

No trama, teje para otros. A veces con dolor.

Su principal virtud consiste
en maltratarte lo gratuito.

Acosar la turbiedad de tus días, es su oficio.

2.

Exorcizarte
para que puedan vivir contigo
las vidas que rondan en los diámetros
que es capaz de trazar tu corazón.

Te abandona cuando intentas sortear
sus consecuencias.

Huye de los lugares donde la imaginación
y el asombro han muerto
y evita pasar por donde cohabitan
los ruines de espíritu.

Está hecha de presencias
porque tiene el don de desdoblarse
sin dejar de ser entera.

3.

Hija de la palabra
la han vituperado sin poder tocarla.

Hermana de la historia
ha sido quemada y puesta bajo custodia
de los carceleros.

Con esa cualidad única
de no necesitar del reposo,
no desfallece ni conoce la fatiga.

Falsificados sus textos,
deshonrados sus leales oficiantes,
distorsionada hasta el cansancio,
prefiere la ruta del viajero
antes que vivir en los templos
que pudo edificar
por la magnitud de su luz.

4.

Humilde como ella sola,
entra sin ruido en la casa del hombre,
barre sus rincones,
limpia el polvo más apartado,
repara lo roído
y se encarga de lo roto.

Vidente de los hechos
con que se cuenta el tiempo,
la edad y lo pleno
de la conmoción de quienes se reúnen.

Andamio de lo venidero.
Fragua, constancia,
fuelle, criadora.

5.

Ante ti
hay una vergüenza confesa que aspira
a su purificación.

Alguien que ha desenterrado su piedra angular
para rehacer su pirámide
antes de que la maleza la oculte.

Has clamado porque se detenga
el sacrificio irracional
y la rajadura
de los bárbaros se cierre.

Te has interpuesto
entre la daga y lo indefenso.

Aprendiste que la conmiseración
tiene sus surtidores
en el ojo de agua de lo injusto.

A pesar de tus razones,
te tocó errar como los despatriados forzosos,
cercados y reducidos a la prohibición.

Y te han llevado en andas
largas filas de hombres serios,
estremecidos hasta la perturbación
por lo que puede provocar
la ignominia.

6.

Han querido hacer madre de la lamentación
y la desesperanza.

Velada de colorete, gracia de feria.

Te han prendido inciensos
y construido urnas de cristal.

Han difundido , sin cesar,
que naciste para el ensueño y que la vida
poco tiene que ver con tus costumbres.

Han tratado de adornarte
como joya de escaparte
y te han regalado todos los espejos
para ver en ellos
reflejadas sus conciencias.

Y tu has sabido decirles que no.

Manuel Orestes Nieto.
Panamá, 1951.

Autor de doce poemarios, publica desde 1970.
Recibio en tres ocasiones el Premio Nacional "Ricardo Miró" de su país (1972, 1983, 1996), con los libros: Reconstrucción de los Hechos, Panamá en
la Memoria de los Mares, y El Mar de los Sargazos.

Ganó el Premio Casa de las Américas en 1975 con su libro Dar la Cara.
Ostenta la Medalla Gabriela Mistral otorgada por el gobierno de Chile con
motivo del 50 Aniversario del otorgamiento del Premio Nobel a la escritora
chilena.
Recibe el Premio Nacional de Literatura Pedro Correa en septiembre del 2000,
por la excelencia literaria del conjunto de su obra poética.
Fue Subdirector General del Instituto Nacional de Cultura, Director de la
Biblioteca Nacional de Panamá y diplomático. Miembro del Consejo Editorial del semanario
literario y cultural Tragaluz del diario El Universal.
Es autor, además, de: Rendición de Cuentas, Noticias de Pájaros, El Cristal entre la Luz, No me permito llorar, Poemas al hombre de la calle, Este
oscuro lugar del planeta y Entre palabra y palabra.

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