De rendimiento

que no hay pena, en quien ama
como no penar.
Sor Juana Inés de la Cruz

Ricardo Yánez (1948). Nació en Guadalajara, Jal., es periodista, y coordinador de talleres en varias ciuda-
des del país.
Actualmente pertenece al Sistema Nacional de Crea-
dores de Arte, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Ha publicado :
Ni lo que digo,
Dejar de ser,
Antes del habla,
Prosaismos,
Sí la llama,
Estrella oída.


 contácte al autor

 Yo no vengo aquí a decir
sino el amor primerizo
en que me entrego al hechizo
probable del sonreír
un manantial se hace oír
en el misterio que hiero
nace de mí y por él muero
y es su doliente sentir
un ya no saber vivir
sino por la flor que quiero

Lucero o raíz formula
el encanto con que ensalma
y deja en zozobra el alma
y la tristura acidula
feble flama que circula
su ardimiento en un vacío
que del arroyo hace río
renovado en la garganta
y es un resplandor que canta
espantado desvarío

Y es para el pecho un frescor
de clavellina morada
vengo a deshojar su flor
ante una puerta cerrada
la canción acostumbrada
como que me sirve y no
lo que entono qué sé yo
si proviene de mí mismo
yo sólo sé del abismo
la nube que se esfumó

Y si lo cantado calla
que su resonancia quede
ninguna potencia puede
detener a lo que estalla
me trae un dolor a raya
aprendiz torpe que soy
iluminándome el hoy
como con muy buena ley
y haciendo el ánimo voy
espinita de maguey

Que a decir sólo he venido
mi tan imprevisto amor
ni me quejo del dolor
ni me hago el desentendido
seré el diamante diluido
que se esparce por el aire
alegría de donaire
donde el que se desparece
es gracia de luz que crece
claridades al desgaire

Deseo no provoque enfado
esta arenilla de vida
nacarada y malquerida
por un molusco extrañado
pulimento inacabado
sin tacto y tiento le dio
hado gris que le heredó
empañaduras de estrella
neblinosa no hay querella
ya el tiempo lo perdonó

Perdonen si ya me alejo
por la puerta al fin abierta
manantial que se despierta
sumergido en un reflejo
esta pócima les dejo
elíxir que se hace hiel
a quien no se entrega a él
en temblor abandonado
como el agua al pez callado
y como verso al papel


Una rosa me asperjaba
tal silencio al corazón
que trajo consolación
y la luz que me faltaba
y al fin se cayó la aldaba
con que me aprehendiera el hado
no lo digo por agrado
sino por decir verdad
se quedó la voluntad
como un árbol encantado


En un limonar cantaba
la sombra de un pajarillo
un hilillo muy sencillo
un arroyuelo de nada
cual a través de un anillo
de oro el soplo le llegaba
al alma que se quebraba
como dolida del brillo
y un diamante me encontraba
en el centro de un castillo

Como de un castillo al centro
un granado recién hecho
así exultara en mi pecho
ese canto tan adentro
que voz no tengo ni encuentro
para decir de la vida
en dónde quedó perdida
tan sin ningún asidero
y repitiendo el venero
de hoy es siempre todavía

Todavía yo no existiera
si ese cantar tan pequeño
brasa de apagado leño
en mi soledad no abriera
tal silencio y desdijera
lo que soy lo que seré
y lo que he sido no sé
si alguien comprenderlo pueda
en mí de mí nada queda
sólo queda un no sé qué

Un no sé qué que no sabe
cómo quedarse quedó
desque el pájaro cantó
tan aligerado y grave
bajo la lengua una llave
depositó esa experiencia
y cautiva la conciencia
de un incendio muy querido
fue siendo memoria olvido
curación correspondencia




la complejidad no lleva
más tiempo que lo sencillo
desgranaba un pajarillo
dando de ello mismo prueba
y yo no sé si me atreva
a decirles su canción
pero sí que el corazón
era el centro de un venado
claro todo iluminado
por esa pura razón




Un diamante entre la arena
hallé del fondo del mar
pero era un sueño y llorar
fue después mi amarga pena
y ay lo que era mi condena
me condujo a navegar
y náufrago vengo a dar
al lugar que me enajena
allí una luz me serena
de un diamante era el brillar

De un brillar era el diamante
que todo resplandecía
y al cabo la vida mía
se iluminó en un instante
un álamo coruscante
en plata y oro decía
tierna canción que se oía
vagamente resonante
naufragaba el navegante
y encontró lo que pedía

Cristal de viento o de fuego
venturosamente hallado
cuando me hallaba asfixiado
a tu claridad me entrego
pronunciado como un ruego
surgiste al soplo del hado
y el abismo me es amado
antes temido con ciego
reconcomio no lo niego
ahora todo está olvidado

Todo olvidado ya queda
hasta mi propio decir
al fin empiezo a vivir
la rueda de oro ya rueda
puede que pueda y no pueda
en mi vida decidir
pero no voy a morir
sin que la muerte me ceda
un tiempito cual de seda
para el diamante guarnir




Es tamo de luz el oro
que por el pecho derramas
fontanal de dulces flamas
ojo de agua en fresco lloro
solicitaba un tesoro
desde el fondo de la mar
y algo me vino a nombrar
y fui del mar a la orilla
do fino diamante brilla
para qué más navegar




En la belleza de ti
hallé que no era del todo
desgarro mi voz y vi
que debía encontrar el modo
de entonarme y vine así
a comprender que podía
cantar desde el pecho abierto
el amor que nunca había
podido decir despierto
sino en sueños que tenía




Encendimiento y frescor
resguarda la pitajaya
y en desabrimiento ensaya
un apretado rigor
que es anuncio del dulzor
entre espinas redivivo
como de un canto cautivo
arde el rocío mañanero
da el son el primer jilguero
para el llorar no hay motivo

Si en amor amor sufrí
en amor encontré el cielo
inútil no fue el desvelo
si la prisión evadí
en un dolor me perdí
y en otro vine a encontrarme
nadie pretenda alejarme
de su repentino fuego
quién pudiera hablarme luego
de que quiso consolarme

Hasta mi pecho desciende
tierna estrella que se explaya
en silencio que batalla
por decir lo que se entiende
cuando la vida depende
del sentimiento mejor
el que al sol da resplandor
y refulgencia en el mar
a la bóveda estelar
y a la palabra el sabor

Imaginaba imposible
aqueste desbordamiento
fronteras de encantamiento
soy y en aliento inasible
la razón de lo invisible
pura me viene a nombrar
el castillo en que ha lugar
el corazón que me dice
aquello que tanto quise
de mí se viene a acordar




Ah la voz que yo pedía
para centro del oído
el favor me ha concedido
y en ardor de llama fría
por oscuridad me guía
y da claro desapego
en qué desnudez me entrego
y soy luego liminal
eternidad de boreal
fabular de nudo ciego

Raigambre extraña no niego
haber masticado nombra
tal refulgencia en la sombra
que en su resplandor me anego
escuchado fue mi ruego
y no sé lo que diré
sí que ignoro lo que sé
qué indocta ignorancia tanta
que en mí canta la garganta
la invidencia que se ve

Arde hialino el suspiro
y entenebrada la mancha
la respiración ensancha
alcanza el diáfano giro
del diamante que aquí miro
cuyo brillo cuál envés
si es ahora sin después
y sin ayer se callaba
el ser que en el ser andaba
por el érase una vez

Y érase una vez que era
prodigiosamente que
se abrió en abismo de fe
la soledad compañera
cumplimentada la espera
del tiempo que ya venía
llegó el tiempo de este día
arena del universo
y en su rodar como un verso
ah la voz que yo pedía




Tenue llama predilecta
en imperfección te das
a la sombra de un quizás
perfección pero indirecta
no preocupe si correcta
o no llega la canción
si al fin de coronación
es cordial desbordamiento
y siendo duelo contento
es contento de oración

Si ayer derramado lloro
eras sólo manantial
lamentándote del mal
amoroso hoy cierto azoro
pasas de la plata al oro
y en tu propia vena viva
es sol de arpas la saliva
memoria de amor reencuentro
en esa memoria centro
mi palabra pensativa

Era la razón perdida
y el alacrán del rencor
pero más era dolor
dolor de toda la vida
ya la experiencia tenida
en mí revienta su flor
de fuego y es un loor
y es el comienzo del día
que siendo embriaguez es guía
de refulgencia y candor

Fluyentes frescura bebo
sentido y consolación
vino de ponderación
por el riesgo en que me atrevo
a comprender lo que debo
y eso sin elogio vano
que aunque el camino hallo llano
hacia la fuente y su brillo
prefiero decir me humillo
sencillo mas soberano

Fluente frescura bebo
cáliz de comprendimiento
eternidad el momento
al que de antaño me debo
y en que despacio me atrevo
ya nada parece ser
de otro modo o parecer
que no diga en modo grave
el trino leve del ave
que canta el amanecer




Décima aquí me despido
gotita de agua en la mata
si efusivo di la lata
merezco un rayo perdido
muchas veces lo medido
de todos modos maltrata




En un rosal florecido
un pajarillo cantó
y entre las rosas dejó
un rocío dolorido
que decía no hay olvido
para el corazón que amó
de modo que comprendió
lo nunca antes comprendido
que habiendo el amor nacido
no se puede decir no

En un rosal florecido
un pajarillo cantó
y entre las rosas dejó
su rocío dolorido
no haya el corazón olvido
decía su canto cansado
que olvidar lo que se ha amado
es más morir que olvidar
mejor prefiero llorar
que arrancarme lo añorado

En un rosal florecido
un pajarillo cantó
y entre las rosas dejó
un cantar que es sólo olvido

   
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