VI LOS MANDAMIENTOS

Y Dios entregó al hombre unas tablas con diez

mandamientos, para que se salvara;

pero puso en su corazón otros mandatos distintos

que le rigen y torturan para que el juego tuviera más interés



LA CRIATURA

Vives en mí, pero te soy ajeno,

recóndito ladrón que nunca sacio

Alfonso Reyes

Una criatura habita bajo mi piel y a veces me suplanta/ duerme cuando yo duermo/ se desplaza como oruga / en el nervio central de mi faringe construye su esqueleto/ lejos de cualquier luz / levanta su graznido hacia mi cuello y sacude en mi cama su locura /

Me acompaña y se ríe (siempre embozada) cuando respiro y el aire no me alcanza/ ha crecido de las verdes cascadas que oscurecen mi sangre/ me toma de los ojos por sorpresa y me brinca hasta el rostro/ y aparece ante ti como si fuera yo bajo mi cara/

Mentirosa y tenaz tiende trampas para que caiga en mí y no regrese/ detiene mi esternón y lo presiona/ para que busque el pasamanos roto y me arroje al vacío cada mañana

Este escorpión sonríe y se diluye con mueca de muñeco entre mis sombras/ su puñado de polvo me sutura la boca/ intenta ser el otro/ aquel que sólo soy/ éste que no renuncia y se sostiene en el hilo de sangre de estas letras

El enemigo/ no pierde ni un instante y espera que yo duerma/ para trazar aquí en este poema/ palabras que se hundan en tu oído/ gentil lector y hermano/ para construir en ti nueva morada

MANDAMIENTOS



1

Amarás el vicio sobre todas las cosas

y la rosa de alcohol que lo sustenta

abrirás sus entrañas con manos enguantadas

tocarás su veneno con la palma caliente

harás danzar al aire caléndula nostalgia

y probarás su llama, extinguiéndote

Amarás la locura, madre de todas las distancias

en tus músculos sólidamente artera-

mente diseñados escaldará la furia

átomos de mercurio encenderán tus ojos

y el garfio de sus uñas sembrará sus praderas

en tu cuello

antes de que te maten o asesines.

Amarás el ahogo entre todos los dones

y las riquezas triángulos dorados buscarás en el filo

de los mares cobálticos y verás a tus pies

caer a tu enemigo ah ciervo

de la ceguera correrás

tras el fulgor del oro con una más-

cara en la cara


2.

Sufrirás la nostalgia y ella echará raíces

en tu lengua ay abrirá tus vasos capilares

para vivir en ti y sembrar sus renqueras en tu sangre ángel

de la pérdida si levantas el ojo serás salvo

Adorarás el puñetazo seco sobre el diente

buscarás la navaja vengativa para cebar la boda de la ahijada

y correrás en círculo hijo de la desgracia y el olvido

para encontrar la gracia

y será tarde.


3.

Santificarás tu propio nombre en el silencio

y encenderás tus velas sin revelar tu sombra

Callarás tu mentira ante tu semejante

y sólo le hablarás del espejismo que él mismo reconstruye

con dedos de locura cada noche

4.

Honrarás a las bestias del poder

la riqueza tasada en Bolsas y Valores

documentos ganancias porcentajes

cláusulas de contratos empresarios

barrigas uniformes y sombreros

Honrarás el valor y la bravura

el traje de etiqueta de la guerra

el astro de la muerte sobre el pecho

la condecoración bien niquelada

que el imbécil presume sobre el ojo

Celebrarás el sombrero de copa

el abrigo de mink el perfume de efluvios

el pantalón de marca, el modelo del auto

Celebrarás al fuerte y a él sólo servirás

con todo tu pensamiento, tu voz y tu mirada

y lo imitarás hasta que aprendas

a usar aquel puñal para matarlo

y colocar su máscara sobre tu rostro.


5.

Matarás

cada vez que requieras los bienes de los otros

o cuando tu mano teja tu defensa anticipada

su ataque preventivo su venganza

su deseo insatisfecho su voluntad artera

su decisión de ser el propietario de la tierra del otro

de sus bienes

6.

Adorarás al animal extraño y fascinante

que la mujer esconde entre sus muslos nada

habrá que te ate más que ese fértil molusco despiadado

que se alimenta en sueños con la esmeralda negra

y las ostras de un mar que sólo pueden padecer los cuerpos

Recorrerá tu lengua a la mujer abierta ante la luna

la beberás para saciar tu sed

loco de las estepas, tú, herido licántropo de hierro

monstruo sin paz ojo de la piedra caléndula secada

por el tráfago murciélago voraz insaciable enano

el filo de tu dedo humedecido frotarás en la flor

que crece bajo el vientre y volverás los ojos

hacia el blanco profundo de la nada


7.

Robarás cuando lo consideres necesario

y cuando no lo sea también,

porque todo lo que tú ves te pertenece


8.

Esparcirás, por estrategia, claves falsas

para perder tu rostro y no ser visto

tu voz allá, en el chat, nunca será la tuya, ni tu máscara

se quedará pegada a tu rostro metálico



9.

Desearás, desearás, desearás, y con tu oscura voluntad

construirás tu memoria y tu epitafio

Y el deseo más profundo de tu cuerpo

te moverá hacia su cumplimiento


10.

Desearás aún más, y buscarás, antes que nada

satisfacerte a ti para decir soy pleno.

Todo lo puedo yo. Vencí a la muerte.

Y siempre será tarde. Será tarde.



VII EL AMOR

Dios quería descansar el séptimo día

Pero la serpiente, astuta, le ofreció el mejor juego en las pantallas:

Inventar el amor y echarlo a andar

que cayera sobre los seres humanos como la sal

sobre el cuerpo sensible y desnudo

de los caracoles



LA MUJER


En la cama, a mi lado, una mujer dormita.

Yo me levanto ahora. Con trabajo recorro la distancia hasta la angosta puerta que me lleva a la sala, a la cocina.

Encuentro los reflejos de la luna trazando sus diagramas en el piso, toco la densidad, el peso de la sustancia de los muros, y llego a la despensa y la abro. Adentro sólo hay noche ensimismada y hacia ella me extiendo. Los dedos buscan la copa y la botella, a tientas, como ciegos, sin agitar los nidos de palabras que duermen en la red de la memoria.

Sirvo ahora la dosis. Luego bebo. Respiro con alivio. Dejo los instrumentos y regreso.

Luego encuentro en la sombra, el tono de su rostro, el lenguaje pausado de sus manos, el volumen y el timbre de su piel, el murmullo que agita sus pensamientos de agua mientras duerme.

Dejo que sean sus labios los que nombren mi cuerpo.

Sus sílabas, que digan de mí lo que yo soy. Nada, nada más puede ahora salvarme; la potestad de la mañana, estas letras que danzan en los tímpanos, pronunciadas por ella, son, bien lo sé, único faro bajo la tormenta.



PERO QUE NOS IMPORTA, SI EL AMOR

Mi palabra más bella está en tu cuerpo

Con algodones blancos me he cubierto

y aún así mi cuerpo amanece desnudo ante tus ojos

tú lo rescatas y lo traes de nuevo a mí entre tus brazos

Con algodones verdes he tejido mis párpados

mientras el tiempo se apacigua en alguna gardenia de mi cuello

cuando lo besas tú, y entre las luces

de los anuncios de neón

como un fantasma bebes de mí

el liquido que soy y que te embriaga



LA BARCA

1

Como si durmiera

como si un beso de mujer me cerrara los párpados

como si descansara tendido en un lecho de vapor

me dejo conducir

por esta barca que boga hacia la muerte.

Duermo lo sé y dormido me acerco

al trabajo del día

abro libros, carpetas, archiveros : puertas

hacia mundos difusos, en donde alumbran soles de granito.

Dicto, reviso, doy curso a la agenda, diseño una estrategia

comercial las motivaciones el aplauso

y a las cinco sin más recojo mi esqueleto

cierro con doble llave los cajones y vuelvo a mi refugio en una roca

A veces busco al fin reconocerme

pero no veo mi nombre en los archivos

el gafete es borroso y el cristal de mis lentes está roto

Afuera cae la lluvia y me toca los párpados

como los labios de una mujer hermosa

como si estuviera tendido en una alfombra

que se eleva sobre las azoteas

mientras abajo las luces de las barcas

esperan en penumbra a sus viajeros.

2

Luego el tiempo detiene sus relojes

la película enmudece y cada imagen cada cosa

los elementos del mundo la estructura del pensamiento

quedan en suspenso

Entonces las palabras aparecen

fluyen sin que sepamos

impregnan mis arterias extienden sus raíces

empapan este aire que respiro en la penumbra de mi cuarto

caen sobre el pecho se hunden

debajo de la cama en la cocina

corren entre las grietas del cemento

y abren fisuras finas en paredes y pisos

ya revientan la puerta y las ventanas

ya asoman a la calle y extienden sus tentáculos

para cubrir la redondez del mundo

Luego viene la niebla nuevamente

la torpeza del alma el tropezón del cuerpo

Me levanto de nuevo con esfuerzo

doy unos pasos hacia la cocina

: mi mano abre el refrigerador

el tacto encuentra (siempre) la cerveza

los dedos sacan la corcholata fría

la garganta se alivia al paso del remedio

Pero los ojos en la oscuridad advierten

que el mundo que la vida el escenario

es una barca rota que se eleva

un pájaro de polvo que se mueve

entre árboles y espuma edificios letreros

luminosos abiertos (como un sol de mercurio)

hacia la línea líquida que marca el azul territorio

de la tibia garganta de la muerte.

3

El fulgor se levanta desde el lado amarillo de mi sangre. Un puñado de clavos construye mi madero mientras los dedos buscan estrellas moribundas a las puertas del día que ya desciende.

Y yo, como si durmiera en un lecho de niebla

en un navío construido por mis manos

me deslizo hacia la catarata.

(¿He dicho manos? ¿he dicho que me deslizo? ¡he dicho catarata!)

escucho mis palabras como ajenas, como si mis labios las recogieran de algún sueño de ortigas, o del túnel que arroja, como un chorro, este golpe de letras.

Suena sobre azoteas un saxofón lejano

su melodía revela el pulso de mi cuerpo

dibuja círculos dorados en mi frente

y abre el ala del alma hacia espacios que no me pertenecen.

Ah, la ciudad emerge bajo el sol casi muerto

esta tarde caída saturada de ozono

La colonia esta quieta como nave apagada.

Un hombre cruza una esquina; otro se desvanece convertido en silencio.

Hay luz en algún cuarto de aquella casa verde.

Hay pasos en la calle.

Enfoco la mirada para encontrar en ella

la grácil indolencia

de una muchacha limpia que se acerca

su figura es difusa entre vapores de plomo

su sonrisa,

mas allá de la bruma, es un anuncio de dentífrico

Sé que viene de lejos hasta esta puerta ámbar que la espera

hasta este cuarto oscuro donde duerme mi cama.

Yo la miro llegar, entrar, nombrarme : oiga, me dice

y su voz me rodea y me toca y me cubre

y ella se queda quieta

y sus ojos me miran y es tersa como la música

y su piel es un trozo de luna

y yo

anticipo el alivio de sus manos recorriendo mi espalda

la flor del labio suyo, abriéndose, como un pequeño corazón

sobre mis hombros mi cuello mi presente

sus palabras de amor, mal masculladas, cayendo en mí, dándome forma

su abrazo su latido su caliente

aliento el movimiento lento de sus muslos

la cadera que guarda un puñado de aves

que suelta sobre mí como si fueran apenas mariposas

Mientras la veo, toca mis párpados el dedo de la noche

Ella se acerca más, llega, me besa y caigo, bien lo sé,

en otro sueño en donde encuentro a éste

hombre que soy de camiseta blanca,

tecleando en soledad y construyendo

su historia que es la misma que aquí traza

esta otra mano que me escribe a mí

y te construye a ti, lector amigo

para que estés presente en este texto

Ahora la muchacha otra vez me toca

me conduce a la cama o la conduzco

tiene los ojos verdes y su voz difumina

esmeraldas en las llanuras de mi cuerpo

cada palabra suya me devuelve un fragmento de una canción perdida

saca de la tiniebla una pieza de este rompecabezas que yo soy

y la coloca con sus pequeñas manos en mi oído

Tendido, mientras besa mis párpados

yo caigo en otra soledad, en otro viaje

y veo ahora mi cuerpo

mirar desde la barca el agua que transcurre

y el misterio del sol que adelgaza su canto

mientras cruzo por fin esta frontera

de latido y aliento, flor y carne.

5

Pero qué vale más : Haber vivido.

Conocer la victoria del cuerpo sobre el alma.

La de la Tierra sobre el Paraíso.

El triunfo de la desnudez sobre el dolor.

El del beso sobre la filosofía

La victoria del hombre que entregó a la mujer esa manzana

y la obligó a soñar con la serpiente

Escucha, amor

: más que la sangre fría de aquel ofidio

ardió la nuestra, Eva, como el mercurio de una playa insomne,

como la reverberación de las cuerdas de una guitarra alcohólica

como las hojas de los álamos bajo un sol de mediodía

como los párpados cuando una mujer desata la lluvia sobre ellos

como el cuello cuando enciende su vena y se somete al golpe del amor

como la amarga sangre que se evade benigna de tu vientre

Ardió porque el amor, esta presencia que nunca nos tocó en el Paraíso, persiste aquí, mujer, junto a nosotros, con su cuchillo hiriendo nuestros muslos

Y sin embargo, no sabemos por qué, el dolor no se acaba;

como diente se expande

y disemina arañas en el cuerpo.

Nos mata disfrazado

emigra como cáncer entre vísceras

hasta encontrar un sitio para tejer su larva.

Y sin embargo, el hilo de mi voz

reconstruye tu rostro y mi mirada

desciende cada noche sobre tu cuerpo breve

para forjar en él puentes y mapas

Mas, ay, hermana mía

el guardián derrotado en aquel huerto

el arcángel del acero envuelto en llamas

asecha nuestros pasos, nos observa

Yo sostengo mi voz contra su furia

mi pensamiento puro contra su espada ígnea

pero cada mañana

encuentro ante el espejo los estragos

de estas guerras nocturnas que no cesan

contra esa sombra antigua que nos sigue.


6

Busco, una y otra vez, el licor de tus ojos

el abrazo del cuerpo, tuyo, Eva,

porque sólo tu desnudez vence a la muerte.


7

Esta noche he bebido una copa de luna para abrir la esperanza

y como si despertara, como si un beso de mujer me tocara los párpados

como si aún a mi lado la muchacha estuviera

lanzo mi alma al río en busca de una tabla y ante el cielo confío

: que en nombre del amor

los dientes de las aguas me concedan

el paso

de una vez

hacia la tierra otra

hacia la otra orilla.



EPILOGO



Y tú que asistes a las tribulaciones

que te asomas al mar, ven, baja por un momento

del Monte del Olvido, quítanos estos perros de encima

Rafael Torres Sánchez


1

Y, sin embargo, cumples como si en eso fuera la salvación de tu alma

(Si acaso alma tuvieras, Terminator, y si esa alma hipotética fuera acaso inmortal o persistente)

(Si acaso tercamente se empeñara en vivir, después de todo, cuando el teatro cerrara sus cortinas)

Fluyes como un río con cuatro brazos llenos de municiones por calles que el destino acomoda ante ti.

Rompes grises vidrieras, destrozas huracanes, manejas el vehículo del muerto y siembras a tu paso las semillas del odio. Y todo, para satisfacer ese llamado (aquella orden interna) que no (perdona) entiendes.

Nada decides tú, es el microbio aquel que fue sembrado por manos invisibles en el centro profundo de tu cráneo, como una cicatriz que echó raíces

Es el microbio turbio lo que impulsa tus piernas poderosas, lo que obliga a tus manos de sólidos tornillos (claro que no es tan fácil) a pulsar un fusil, una granada. Lo que obliga a tu cuerpo a resortear como un hábil gimnasta entre autos y estaciones de trenes subterráneos para huir o alcanzar el nombre de la muerte.

Es una voz oculta la que te dice: “mata” y tú, instrumento del miedo, permites a esa voz que te conduzca desde el abismo aquel y que te pulse (como instrumento suyo) para dejar que fluya su tonada.



2.

Yo también, por la noche, escucho voces

Terminator. Arroyos de palabras fluyen bajo mi cama y árboles con fusiles agitan sus melenas y me nombran.

Yo también veo caer bajo mis ojos cadáveres de afganos, muchedumbres exhaustas, hambrientos niños que sucumben en la India.

Yo también, Terminator, más allá del reposo, trato de abrir cajones en pasillos oscuros para encontrar la piedra de mi infancia.

Busco los ventanales de la conciencia para limpiar el polvo que los cubre y mirar (una vez aunque sea) al otro lado.

Intento, en mis insomnios, alcanzar una mano de la mujer que huye y se lleva en sus ojos el verde de la aurora.

Busco, entre el ron y las rosas, palabras en reposo que se eleven y canten cuando mi lengua las agite.

Y también (más no puedo) quiero seguir la estrella y llegar hasta el fondo de la luz que agoniza.

Pero sólo el oído puede tocar las sombras y alcanzar un momento el fulgor arrancado a las alas del águila.

Y estos brazos y piernas, lo siento Terminator, no alcanzan tu carrera; ni pueden recobrar estos pulmones tercos, el ritmo de este viento que te obliga a esperar aquellos días perdidos que ahora son de polvo.


3.

Y más allá la luz. La luz la luz tu bien tú bien

Lo sabes la luz que cristaliza sus membranas

y comienza a encresparse sobre el amanecer mientras tú permaneces (sin escuchar su ruido despeñándose) cerrado a sus minúsculas espinas, a sus finos fotones, a sus fuentes de imágenes, como si fueras un hombre de piedra.

Ya terminé mi copa, Terminator, y ni la vida ni la muerte llegan.

El aire, lo adivino, sopla sobre tu rostro.

Y este costado mío, ya sin la cuota de ron que me reclama

comienza ahora, amigo, a soñar canciones viejas, sombras de la infancia, la suavidad del cuerpo de mi mujer morena,

Los sueños que persigo, Terminator, me distinguen de ti,

como un cangrejo aprende a distinguir su sombra, cuando el sol la ha estirado y la convierte en roca.


4.

Uno.

Dos.

La madrugada se echó sobre tus hombros y tú

(tres) (no lo comentes) te ves hermoso, ardiendo en su reflejo púrpura

(cuatro)

aproximando tu raíz al mundo, (cinco) con el cabello al aire

y la respiración abierta como una flor de filamentos de silicio (seis)

Y sin embargo, Terminator, no sabemos quién eres (siete)

Desconocemos quién ha empujado tus pasos (ocho) para traerte ahora a este momento

No entendemos en donde en la línea del tiempo (nueve) estás situado ahora

Ni tu mirada logra atrapar el camino que te arrojó a esta mañana.

(Diez) No sabes, Terminator, qué manos construyeron tus entrañas.

Y no puedes decirme si este nombre que mi boca pronuncia es ciertamente tuyo o te ha sido impuesto por una voz más alta que no espera respuesta.

Estás ahí de pie, tras derrotar la noche, tras dejar que se agoten los metales que en ella cobran forma (once) mientras termino yo esta serie de doce lagartijas.

A ver si algo de ti se refleja en mi cuerpo. (doce).

Y recuérdalo siempre Terminator, he soñado que yo soy Davis ; que crezco en el oído de los hombres y que tomo la forma de aquellos que me escuchan ;

Yo soy Davis. Mi piedra es más certera

   
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