de la versada impopular

1

Ya lo dijo Edipo Rey

Para nuestra pena ajena

No tengo la culpa buey

de que mamá esté tan buena

2

Dios no existe

porque fue a curarse al Issste

3

Igual que si la vida se les fuera

Desgañitados párvulos patriotas

Cantan los lunes en la guardería

Civismo es la lección no economía

Estómagos vacíos y bolsas rotas

"Se levanta en el maskin mi bandera..."


preguntas a un portero

(para félix fernández y para peter handke)

en el tiempo añadido por el árbitro

endeble, quebrantada, la frágil esperanza

igual que en un encuentro que tienes en la bolsa

se cae y se hace trizas con el empate a dos:

como si la quincena se te fuera

líquida, inatrapable,

con un golpe de dados,

tras un batir de puertas en una cruel cantina

lo sabes y lo dices: quien inventó la vida inventó el penalty

y quien inventó el castigo inventó a quien lo falla

para poblar el limbo:

en esta contingencia el cancerbero, más adivinador

que imposible cartógrafo, sólo puede ser héroe

o persona normal, sujeto o complemento

de una pobre entrevista al nivel de la cancha

y un postrer comentario sobre las alas de ícaro.

pero hay una enseñanza:

el miedo no es asunto de quien guarda la meta

cuando es la pena máxima quien pretende violarla.

al minuto noventa te pregunto:

¿qué espera el atlantista de un equipo

cuyos cambiantes dueños, corruptos o volubles

dan evidente muestra que nada hay por jodido

que no sea susceptible de empeorar?

¿es este viejo barco que cruzara el Atlántico para acabar la guerra

reproducción a escala del país que habitamos?

¿puede ser la de gajos, juguete del destino, atrapada y redonda

pelota de cristal sobre la raya última?


esperanza jamás

en ocasiones

la vida es

un azteca encabronado

un necio aragonés

un suizo en brama

un japonés borracho

un uruguayo triste

un israelí y un árabe dogmáticos

un cowboy protagónico

un cubano en pelota o uniforme

un colérico serbio con su libro de historia

un brasileño guapo con espejo

un ruso poderoso extrovertido

un chino poderoso introvertido

un seguidor inglés en el estadio

un mal poeta en el lugar común

luego llega la noche

y la tierra de nadie de los cuerpos

para insuflarnos ánimo, esperanza jamás

cosa de ser conscientes:

detrás de cada puerta

acechan escribano y mapamundi


tango contra la guerra

hoy

que ha quedado prohibido casi todo

salvo sobrevivir

e imaginarnos vivos

las ventanas se abren

y se escuchan los gritos de los niños

que pasan cantando himnos de muerte

los cantos de los futuros soldados convencidos.

hoy

que el día se respira diferente

y un aroma de asfixia lo enrarece

hemos de respirar a dentelladas

arrancando del aire bocanadas rabiosas

que les dejen saber que no hemos muerto

y estaremos aquí

hasta que todo

comience nuevamente


las sombras y los jabalíes

en algún lugar del cielo

miles de jabalíes trepadores

esconden su presencia al ser humano.

las sombras

sobre las paredes invisibles de las jaulas

lloran su inexistencia.

sí tan sólo pudieran impedir

que los jabalíes escaparan

para ir a zurrar malas ideas

en los poetas que abajo desfallecen...

los jabalíes entran y salen

como les viene en gana

y las sombras

se ponen amarillas

por la indisciplina tan rampante.

nadie más sabe entrar

porque nadie conoce el escondrijo

y no se invita a nadie

si por las sombras fuera

ya hubieran hecho fiestas

con los aeroplanos que pasan cerca siempre

los globos escapados

los suspiros y las distracciones

pero los jabaliés mantienen las paredes

sin mácula y sin luz

para ellos basta y sobra

con salir

y defecar una vez y una más

sobre mirones entusiastas

que después hablarán

de inspiración divina.


sobre el asma de Bardo

la cosa era así:

me estaba ahogando.

luego

vi que venía flotando

una gran caja

una ola la trajo

y me subí.

¡qué es esto! ¿un ataúd?

no importa yo me monto

aunque de dónde en este mar un ataúd sin tapa

mi mente dialogaba a golpes con un yo que tosía.

me recosté que es cómodo.

y de inmediato un árbol, un ciruelo, un ciprés, un sauce o un ombú

nunca estudié botánica

el sol abrasador filtrado entre sus ramas

y mis ojos abiertos mientras echaban tierra.

miedo, pues qué otra cosa me iba a entrar

así que decidí me bajo en este instante.

tiburones, aletas, me subí

y un par de zopilotes que volaba en el campo

en los típicos círculos de las caricaturas.

ah...

ya sé:

me pellizco

despierto a mi mujer

vengo al diván del jueves por la tarde

me pellizco otra vez

y me hago daño

algo siento que corre en mi interior

ya llena los pulmones

   
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