43
No hay que llenar los vasos hasta el borde
lo que se desperdicia es el perdón.
No hay que burlar la ley
siempre hay una factura en vísperas de pago.
No te comas a Dios
suben los miligramos de tu azúcar.
No enciendas la fogata en el desierto
sumas los fuegos fatuos.
No escarbes hacia adentro
sin tu equipo de primeros auxilios.
No enseñes el muñón
todos verán tu mano ensangrentada.

Falacia sueles ser
no lo compruebes.

44
No vino cuando el alma atolondrada
se entrampó en falsos decibeles.
No vestía los harapos vagabundos
ni, deforme, culpó de su contagio al pez.

Es una antorcha.
En los antiguos laberintos
provocó la aparición de los espejos.
En las casas vacías habitó el vocerío de su progenie.
Su claridad es de cielo inicial
cuando guarda sus residuos de luz.

Es el verdadero.
Cayó el espantapájaros
cuando el horror quedaba a la intemperie
al cruzar el abismo sin perder pisada
(sus manos traman un azul
que se imprime en la ley
de los glaciares.)

Tiene rostro y no es hombre
pero en el hombre
con su código y número
encarna escupefuego.

Es nadie aquí. Y es todos.
Se agrieta y es la tierra
la que se resquebraja.

Y es mi pasión
la arruga entre el pulgar y el índice
adheridos al vidrio.

Le he creado para que nadie más habite
mi reducto del siempre y del jamás.

Aunque tan tarde llegue.

 

45
Criaturas me contemplan.
Las siete plagas vivas sobre el plato.
Una por una, pequeñas asesinas
juntas cargan cadáveres.
Pero hace tiempo me saquearon la gula
el mejor fruto lo aniquiló la helada.
Ya no hay codicia que emparede el portal.
Sólo envidio lo ileso.
Deshizo la lujuria mi derrota
en luchas cuerpo a Dios.
Una raíz muy honda me mantiene cautiva
en la dócil holganza.
Consignas van y vienen
entre el escapulario
y mi soberbia que ya dejó el convivio.
No es que renuncie. No.
Es que cambio de curso.
Voy a entregar la casa.

46
Enséñame a dejar vacíos los zapatos
sin arruga la sábana
(no fue la sumisión mi seña cardinal.)
Tantas veces me disfracé de muerte
y aún el corazón se enterca en prologarme.
Me quedé ante las puertas, sin tocar
porque la mano pesaba demasiado.
Espera, amor, espera
no desocupes el librero
(es la puerta mayor).
Ya me guardaste luto
vestido de mis páginas.

Se está rompiendo un Cristo en mi costado.
Es un alboroto
reeorganizar un cuerpo que fue río.

Enséñame a tragar sin muecas
éste cáliz.

 

47
Mi fracaso se mide por tu triunfo.
De mi parte sólo estaban los ojos
en perpetua vigilia.
Tú poseías el tiempo
yo le inventaba prórrogas.
Oyendo a Bach te convertías en cisne
yo me torné una casa de escuchar.
Todo en mí se contuvo.
Tú lo soltaste todo.

Somos un solo cuerpo.

Pero hoy no duermo, voz
ni despiertas, palabra.

Contra todos tus bienes
cargo un dolor malsano.

 

48
Septiembre es tinta seca.
Las pitonisas
presagian que una estampida
de moscas tomará por asalto
nuestros versos.
No ha de borrarse el miasma
de uno y otro ensayar cincuenta formas
de fractura en los ritos
(terca terrícola
trancos triviales
qué tremular tan triste.)
Y si arranco la hoja quedará a la intemperie
mi enorme quemadura.
Treinta días de limpieza
de ceder el almíbar al vecino.
(Los enjambres de sal
tan evidentes
van al resumidero.)
Vana sabiduría de los horóscopos.

 

49
Que me nombres a punto
que de los monstruos hagas colibríes
que me adivines trigo
del corazón al páncreas
que me invites un éxtasis
que me dejes atrás en el concurso
que apagues mis cabellos con el cirio pascual
que sea tu lujo inventariar mis brazos
que me evites la bala
que me quieras
me oficies.

Que me lleves al feudo de lo que no claudica.
Que me salves.

50
En estos días me purifica
la costumbre de cortejar fantasmas
la justicia, señora de espejismos
la verdad, sangre fría
la lealtad, camaleón
el amor, sistema Braille.

Hay un cielo en el mundo
donde los sueños del que creé, caminan.

En estos días andamos
poniéndonos a prueba
yo y mi alma.

51
La menor de mis hijas tiene esqueleto de ángel
y una mirada de atestiguarlo todo
(me creé como una vasta cicatriz.)

Le sigue una que tiene mi respuesta
con su séptimo día para los escondites.

La mayor es misterio de esa trinidad.

Retiro los vendajes y tirito.

Arena soy.
Madre de mil abrazos
que no sanan.

52
Norte y sur es destino de gaviotas
(no he de seguirlas
que al fin ni sé volar.)

Mucho he rezado por unas alas
a mi medida
(también reptando se gana altura.)

Pero no hay pájaros en mi aliento
(sólo sé aullarles.)

   
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