Tercera parte: Síntesis: El creador

I. La imagen legendaria del pintor con sus atributos

Queremos incluir en este análisis un estudio sobre la figura del creador, porque es un personaje central y emblemático en la obra de Picasso y uno de los motivos de la autorepresentación. Hemos encontrado una cita de Picasso que nos parece a la vez interesante, original pero algo irónica para introducir el personaje del creador. Dice que "Los pintores reencarnan en pintores. Es una raza."

En las líneas que siguen vamos a presentar varios cuadros unos son autorretratos tradicionales en los que Picasso pone en escena el creador con sus atributos. Pero veremos también otros cuadros, que clasificaremos más bien dentro de las autorepresentaciones en las que Picasso hace del pintor un protagonista único y aparte. En estos no autorepresenta abiertamente sino que se esconde detrás de retratos simbólicos de unos pintores. Distinguimos dos tipos de autorepresentaciones con la figura del pintor; en unas, el pintor se contenta con posar y en otros, se pinta creando. Pero en ambas, notamos la importancia y la insistencia en los atributos del pintor. Vamos a ver cuáles son. Como lo dice Picasso, entre todas las razas existe una que está aparte, la de los creadores.

Picasso se representa con el disfraz del pintor y es un ejercicio interesante y singular para un creador. La puesta en abismo es doble; el hombre se enfrenta consigo mismo y el pintor penetra asimismo el misterio del cuadro dentro del cuadro. Desde los primeros años, encontramos unos grabados en los que, el joven Picasso se pinta con la destreza de un novato que quiere afirmarse. Son ejercicios de estilo. Pero progresivamente el pintor es estudiado como entidad única y protagonista. Esta parte del estudio quiere mostrar la doble significación de la figura del pintor y su dimensión simbólica en los cuadros de Picasso y no sólo en las autorepresentaciones. El pintor, identificado o no con Picasso es un personaje que aparece a lo largo de su obra. Desempeña siempre el mismo oficio pero tiene varias facetas.

A. Un tipo de atributo: la paleta

Entre todos las autorepresentaciones en los que se representa como un pintor, hemos distinguido dos tipos. En unas, Picasso se pinta solo o entre un grupo de personajes pero con atributos o detalles como la paleta o el caballete puestos de relieve para que lo identifiquemos como pintor. Entre los más interesantes destacamos El autorretrato delante del molino rojo en 1901. El autorretrato Yo Picasso en 1901 y El autorretrato con la paleta en 1906. No son los únicos en los que Picasso se pone en escena en tanto que pintor pero es muy interesante relacionarles porque son tres maneras opuestas de representarse y sin embargo la voluntad del pintor no es tan diferente en uno como otro. En los tres, Picasso crea una imagen del pintor voluntariamente provocadora y audaz. Este es el protagonista del cuadro. Ya comentamos El autorretrato ante el molino rojo subrayando a la vez la fuerte carga irónica con respecto a su imagen y a la figura del pintor.

En Yo Picasso y El autorretrato con la paleta el pintor no se retrata sólo para testimoniar sino también para elaborar cierta imagen del genio, con una mirada extrema. La puesta en escena de los atributos y específicamente de la paleta participa de la elaboración de dicha imagen. En todo caso, estos dos autorretratos son particularmente reveladores de las intenciones artísticas del pintor, por eso les estudiamos en paralelo.

Yo Picasso está realizado en París en 1901 en plena expansión fauvista. Revela, por la vivacidad de los colores, la postura y la mirada penetrante, las altas ambiciones del pintor recién llegado a París. Hablamos ya del contexto cuando, en la primera parte, estudiamos la figura del dandy.

Una de las originalidades del cuadro es la inscripción "Yo Picasso" que utilizó en obras anteriores por la que afirma explícitamente sus aspiraciones artísticas. Es como si este título que reduce la firma a un lema, bastara para que reconozcamos a Picasso. El pañuelo rojo contrasta con el blanco luminoso de la camisa, con el azul oscuro del fondo y con el pelo muy negro. Utiliza también unas manchas verdes y violentas, heredadas del fauvismo. El propio Picasso confiesa "No te puedes imaginar que escándalo ese verde." En todos casos, igual que en El autorretrato con la paleta, parece inmovilizado, para mejor inmortalizarse, en la postura y con sus pinceles. Palau i Fabre escribe a propósito de este cuadro, "Así es como se ve Picasso y así es como quiere ser visto". La mirada traduce también cierta ironía insolente con respecto a su arte y su capacidad para considerarse. La mirada de El autorretrato con la paleta, aunque tratada de una manera diferente, recuerda la intensidad de la de Yo Picasso. La cara del pintor es de influencia primitiva y arcaica.
En este autorretrato la petrificación y la frialdad han reemplazado el ardor de la mirada de Yo Picasso. Este cuadro recuerda un momento de gestación artística y personal. Estos ojos están preñados de un futuro alumbramiento, que será el cubismo". En el espacio pictórico, destaca el rostro como si fuera el icono de un santo. La entidad del sujeto es ahora totalmente autónoma y los elementos que la constituyen sugieren emociones puramente plásticas, aparte de las anécdotas - como el viaje a Gosol en 1906 y el encuentro con el primitivismo y la escultura ibérica en 1907 - que sirven de pretexto.

Con este autorretrato, diríamos que la noción y la representación de la pintura son más importantes que la representación del pintor. El encuentro con las artes primitivas influye en el tratamiento violento y en la expresividad salvaje de los rostros que recuerda El autorretrato precubista de 1907. En 1906, en El carnet catalán simplifica y esquematiza los cuerpos y las caras reduciéndoles a máscaras. En El autorretrato con la paleta se representa con los atributos, emblemas de la pintura. Encontramos varias veces la representación simbólica de los atributos. En unos bodegones de los años 1924 y 1925 les pone en escena como si fuéramos en una antecámara del estudio. Alude, así, de un modo indirecto al oficio del artista y lo consideramos como otra manera de ponerse en escena. No se trata de un simple autorretrato sino también de un ejercicio de autorepresentación en el que quiere afirmar su estatuto, ostentar su imagen. No debemos olvidar que Picasso ha fundado la imagen de El autorretrato con la paleta en L'autoportrait à la palette de Cézanne realizado en 1885-1887.

B. Segundo tipo de atributos: la máscara, el disfraz y el sombrero

Cuando se pone una máscara el pintor oculta simbólicamente su verdadera identidad bajo otras y desdobla su personalidad. Ya dijimos que Picasso multiplica los retratos de papeles en los que utiliza los disfraces como una originalidad y un instrumento para elaborar y dar a ver cierta imagen de sí mismo. Veremos que utiliza asimismo el disfraz en la fotografía autobiográfica para dar una imagen poco conformista.

Hemos encontrado una obra muy interesante realizada en 1904, Picasso de faraón. Como testigo ausente de la escena titulada Caridad, el perfil de Picasso asoma, abajo en un rincón, exterior a la escena. Lleva la tiara faraónica o egipcia.

En 1901, en París, realiza dos autorretratos con sombrero de copa; Picasso emparejado y Picasso con sombrero de copa. Ha dejado los atributos del pintor para dar una imagen muy introvertida de sí mismo. En ambos se pinta como un gentleman elegante rodeado de mujeres. Estamos lejos de las preocupaciones de El autorretrato con la paleta. Aunque estos cuadros no se pueden clasificar dentro de las autorepresentaciones in actu, nos parece interesante subrayar el uso del disfraz para mejor enfatizar la personalidad y el estatuto de pintor. Rembrandt lo utiliza también en unos cuadros en los que se pinta vestido de moda antigua o oriental. Sus motivaciones no son tan diferentes de las de Picasso en sus autorretratos. Por el disfraz y el uso de atributos específicos se pone en escena, reviste todos los papeles, de mendigo, de elegante, o de sultán para significar que, por medio de la pintura y de la autorepresentación, puede situarse fuera del tiempo real.

C. Un personaje aparte, el mosquetero

En la galería de personajes barrocos y disfrazados, oriundos de los mundos del teatro, del circo, de la mitología y de los sueños de Picasso la figura emblemática del mosquetero, con una fuerte personalidad hispánica, vuelve varias veces. Picasso multiplica, sin declararlo abiertamente, las identificaciones tardías pero voluntariamente muy confusas con varios personajes. El mosquetero puede ser uno de estas. Ya dijimos que, ante todo, tantos los protagonistas como los ambientes descritos son más bien obsesiones salidas de sus fantasmas y de su propio teatro recreado en la pintura. Los mosqueteros de Picasso son la última expresión de la virilidad y de una tradición hispánica barroca, por eso les incluimos en el estudio de las autorepresentaciones. Son otra variación sobre el tema del erotismo por los signos simbólicos y fálicos que lleva, como la espada o la pipa.

La espada del mosquetero es el pincel del pintor, como lo vemos en El retrato de un pintor según El Greco. Las alusiones eróticas son evidentes muy a menudo como el dedo apuntado que atraviesa la paleta. Puede que el elemento fálico sea lo que une todos estos retratos que podemos quizás considerar como autorretratos declarados. Picasso pinta series para recrear cada vez de nuevo su pintura, revisita también las obras de grandes maestros como Velázquez, Manet, Rembrandt, Poussin para inscribirse en la historia del arte y para honrar la pintura y el genio. Confesó además con una intención algo irónica "¿Qué es un pintor? Es un coleccionista que monta para sí una colección haciendo pinturas que le gustan en casa de los demás."

Mougins, 1967
El 28 de marzo de 1967 Picasso realiza un cuadro, no es un autorretrato tradicional pero es muy revelador. Pinta la figura de un mosquetero que llama Domenico Theotocopulos Van Riyn Da Silva, reuniendo así los nombres de El greco, Rembrandt y Velázquez. Picasso quiso representar un mosquetero universal que revela la voluntad de jugar con la pintura y las posibilidades simbólicas del arte. Es único pero también todos los personajes a la vez, todos los creadores y de allí el creador encarnado.


Introducción general

El autorretrato, la autorepresentación

Primera parte:
El autorretrato tradicional: la imagen de sí mismo

I. La imagen de la juventud: la voluntad de afirmarse
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II. Entre confesión y sátira, los últimos autorretratos:
el inevitable e implacable enfrentamiento consigo mismo
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Segunda parte:
Los dobles híbridos y las imágenes disfrazadas

I. El arlequín
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II. El minotauro
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III. El mono

Tercera parte:
Síntesis: El creador

I. La imagen legendaria del pintor con sus atributos
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II. El Creador

III. La foto

Conclusión

Bibliografía